El oso
Recuerdo mi primer encuentro con un oso. Tendría unos 6 o 7 años y fuimos de excursión con el colegio al Zoo de Madrid. En una jaula había un oso pardo, he introduje mi pequeña mano por el hueco de la valla para tocarlo. Él se acercó a mí, me olió y me lamió los dedos. Después de este primer encuentro inolvidable, corrí a contárselo a la profesora, quién me soltó una justa reprimenda por mi temeridad.
El oso es para mí un animal fetiche. Vive en el corazón del bosque, y necesita un hábitat con gran diversidad y un gran territorio, que le proporcionen seguridad, tranquilidad, alimento y refugio. Esas condiciones hoy en día sólo se la pueden proporcionar los bosques montanos silvestres, poco o nada intervenidos por la gestión forestal, donde se respeten los ciclos de corta. Es un animal astuto, con gran inteligencia reflejada en su adaptabilidad al entorno y oportunismo. Aprende rápido, es noble pese a su corpulencia y fuerza, huye de los humanos salvo en algunas circunstancias.
Para mí, oso y bosque son dos caras de la misma moneda, el primero no puede vivir sin el segundo, y el bosque está "mutilado" sino conserva su equilibrio, o sea, su cadena trófica al completo. Los Cárpatos, en especial los rumanos, mantienen ese equilibrio que hace que pasear por ellos sea una experiencia fascinante.
El oso del video de arriba, lo he bautizado como Codru (bosque en rumano). Es un macho dominante con un territorio con unas características idóneas. Pasa la mayor parte de su tiempo en su área de campeo, un bosque virgen, con una gran diversidad de especies arbóreas (hayas, piceas, abetos, alerces, álamos temblón, carpen...) entre los prados alpinos y los bosques explotados. En su territorio también consiente la presencia de otros osos, especialmente hembras a comienzos de la primmavera, así como a sus descendientes juveniles.